Monedas del Imperio Bizantino

Gran parte los artículos sobre la Numismática del Imperio Bizantino comienzan indicando el poco interés de estudiosos y coleccionistas españoles sobre el tema, el escaso número de libros o catálogos editados en nuestro idioma y la casi nula presencia en las páginas en español de internet, confirman este sombrío panorama. Sin embargo, la amonedación del Imperio Bizantino es muy variada y puede resultar asequible a la vez que muy interesante. ¿Quién no caería en la tentación de tener una bonita moneda de bronce del siglo X con la imagen de Jesucristo portando los Evangelios, por tan solo 30 o tal vez 50 euros?.

Las denominaciones de las monedas bizantinas superan el medio centenar y la iconografía es más variada de lo que en principio se piensa, no en vano el Imperio perduró durante casi 1000 años y fue protagonista de acontecimientos tan destacados como la expansión del Islam, el comercio con Oriente o la llegada de las Cruzadas a sus dominios.

Las técnicas de acuñación continuaron siendo las tradicionales, si bien se iban incorporando los adelantos técnicos como el torno, mientras que los materiales utilizados fueron prácticamente todos: diversas aleaciones de oro, electro, plata, vellón, bronce y cobre. Es de destacar que la amonedación en plata fue siempre (salvo en los últimos años de este Imperio) de poca importancia y por ello, estas monedas son incluso más raras (y normalmente tan caras) como las de oro.

A continuación se enumeran los diferentes periodos del Imperio Bizantino desde el punto de vista de la numismática, que a su vez, prácticamente coinciden con los periodos históricos de este Imperio.

1.- Desde Anastasio I hasta Constantino IV (491-685)
La gran reforma monetaria en las piezas de bronce llevada a cabo por Anastasio I, marca el final de las emisiones del Bajo Imperio Romano en Oriente y da paso a las series propiamente bizantinas (históricamente no existe esta clara división, los emperadores se seguían considerando a sí mimos como sucesores del Imperio Romano). Destaca la belleza y el gran módulo empleado en los bronces de Justiniano.

2.- Desde Justiniano II hasta Teófilo (685-842)
En este periodo disminuye el número de talleres monetarios y aparece por primera vez el retrato de Jesucristo (en tiempos de Justiniano II). Se abandona ya por completo el intento de retrato de los emperadores y los rostros se convierten en esquemáticos conos invertidos.
Finalmente, en el llamado periodo iconoclasta (717-842), cruces e inscripciones desplazan las anteriores imágenes religiosas.

Se vuelven a utilizar las imágenes del Salvador, León VI introduce la imagen de la Virgen María y el emperador Alejandro la de su santo patrón, San Alejandro, en actitud de coronarle. Las cruces de los anversos se adornan aún más y se entremezclan con diversos elementos decorativos, muy a tono con el renacimiento artístico de la época. El histamenon nomisma toma el lugar del sólido como patrón de peso de la moneda de oro durante el reinado de Nicéforo II (963-969). Este tercer periodo y el siguiente pueden considerarse como la Edad de Oro de la numismática bizantina.

4.- Desde Basilio II hasta Nicéforo III (976-1081)
Aparecen las monedas del tipo trachy, curiosas emisiones que tienen una característica forma cóncavo-convexa que denominamos de copa o escifulada. Las madonnas renacentistas occidentales tienen su precedente en el artístico diseño de la Virgen con el niño que Romano IV incluye en sus monedas.

5.- Desde Alejo I hasta Alejo IV (1081-1204)
El hyperyron trachy se convierte en la moneda básica de oro; creado en la reforma de Alejo I (1092) sustituyó al histamenon nomisma como moneda de referencia y formaba parte de la serie trachy. Serie que acabará comprendiendo a todos los metales, desde el oro hasta el cobre, pasando por electro, plata, vellón y bronce.
El emperador Juan II introduce a San Jorge y Manuel I a San Teodoro y San Demetrio, pero todos estos santos no evitarían la catástrofe del 1204 (el desmembramiento del Imperio Bizantino como consecuencia directa de la toma de Constantinopla por las tropas latinas que se desviaron de su camino en la Cuarta Cruzada).

6.- Imperios de Nicea, Salónica (1204-1260) y Trebizonda (1204-1456)
La caída de Constantinopla produjo una serie de monedas correspondiente a los Imperios de Nicea, Salónica y Trebizonda, del que Nicea fue el verdadero sucesor del bizantino, y donde la acuñación continuó con los tipos trachy en casi todos los metales. El arte de Salónica es evidentemente provincial.
Desde el inicio, la numismática del Imperio de Trebizonda se separa de la puramente bizantina en cuanto a tipos, metales y metrología, con una fuerte influencia debida a su situación geográfica, lejos de la metrópoli. Durante 21 emperadores y más de 250 años, su moneda, casi exclusiva, es el asper de plata, el oro no se conoce y el bronce es escaso.

7.- Desde Miguel VIII hasta la caída de Constantinopla (1261-1453)
Reconquistada Constantinopla, durante este periodo se reorganiza de nuevo la acuñación monetaria, se crean nuevos tipos como el de la Virgen dentro de las murallas de la ciudad, y se emite una nueva moneda en plata (el basilikon). Pero la técnica decae, el imperio se empobrece y Juan V abandona la acuñación en oro en 1354, adoptando el monometalismo de la plata con una moneda denominada stavraton (las emisiones en bronce eran irrelevantes).
El arte en las monedas había sido simplificado, del mismo modo que ocurría en pinturas o mosaicos; los pagos se debían de hacer con el "dólar" de la época, con ducados de oro venecianos; Bizancio se empobrecía y se sentía amenazada, pero los reinos cristianos se desentendieron del asunto; la caída de Constantinopla a manos del sultán otomano Mahomet fue inevitable.

Para finalizar, solamente indicaré la enorme influencia que tuvo la amonedación bizantina en otros pueblos: árabes, cruzados normandos, ostrogodos, visigodos, germanos y otros pueblos, acuñaron imitaciones de las monedas bizantinas desde Sicilia, hasta el lejano Oriente de la ruta de la seda.

Fuente
Con la tecnología de Blogger.