Historia de las alcancías y las libretas de ahorro en Argentina

Un cambio distintivo de las décadas de 1940 y 1950 fue lo ocurrido con los hábitos de ahorro de los argentinos. 

Si bien llegar al peso y disponer de una reserva, por lo que pudiera pasar, siempre fue difícil para muchos conciudadanos, hasta la década de 1940 la escasa variación de los precios permitía que el valor de compra de las "guitas", los "mangos" o las "gambas" que se pudieran restar del consumo siguiera siendo casi el mismo. Todo cambió con la llegada de la inflación.


El chanchito y la estampilla 

Bajo el lema "el ahorro es la base de la fortuna", a lo largo del siglo XX parte de la educación consistió en inculcar hábitos de constricción en el gasto a los chicos y chicas de nuestro país. 

Un modo familiar era la alcancía, infaltable en los hogares de clase media, ya fuese la que tenía forma de chanchito o, si no, una simple latita donde ir guardando las "chirolas" que provenían de un regalo ocasional de algún tío, abuelo o padrino o del periódico "quedate con el vuelto" de alguna madre, como premio a haber hecho los mandados.


En el plano estatal, el impulso se hacía pegando estampillas en la libreta de la Caja Nacional de Ahorro Postal, que fue creada en 1915 por el presidente Victorino de la Plaza, para fomentar el ahorro en los niños.

 Permitía ahorrar pequeñas sumas de dinero comprando estampillas en la mayoría de las sucursales del correo, que se pegaban en la libreta y se convertían en valores en depósito. 

En 1973 la institución pasaría a llamarse Caja Nacional de Ahorro y Seguro, al haberse convertido en una de las empresas aseguradoras más relevantes del país, y en 1994 sería privatizada. Para entonces, sus libretas prácticamente eran recuerdos de un pasado muy remoto.

Del ahorro al consumo a crédito

Lo que el chanchito y la libreta representaban para los chicos y los pequeños ahorristas eran las cajas de rou ahorro bancario para los medianos, en ese tiempo en que no eran comunes los depósitos a plazo fijo y en que la inflación no se comía diariamente lo acumulado. 
Pero el atraso de las tasas percibidas y el incremento generalizado de precios incentivaron que, del ahorro, muchos argentinos pasasen al consumo financiado. Resultaba mucho más conveniente, para preservar los ingresos, comprar a crédito que ahorrar para realizar una compra en efectivo.

Fuese o no un efecto buscado de la política económica de esos años, significó un cambio importante en la vida cotidiana de los argentinos, que ahora compraban "en cómodas cuotas mensuales", en lugar de recurrir a la alcancía.
Con la tecnología de Blogger.