El pueblo que inventó sus billetes
Pero en Espinal, un municipio del norte de Veracruz, es también el nombre de una moneda comunitaria que sirve para comprar comida, ropa o para pagar servicios.
A diferencia de los billetes tradicionales, que se valoran por el poder económico o las reservas de oro del país que los emite, a los tumines los respaldan las personas que los utilizan.
Un panadero del pueblo, por ejemplo, vende su mercancía en pesos (moneda oficial de México), y tumines. Esta moneda le sirve para comprar otro producto, como carne o verduras, y quien la acepta puede cambiarla a su vez por algún servicio, como una revisión dental o la reparación de una puerta.
Es un sistema solidario de trueque donde el dinero parece recobrar su origen histórico: lo que vale no son los billetes o monedas metálicas, sino lo que las personas dan o hacen a cambio.
"Lo lógica es totalmente contraria al dinero: no es para acumularse sino para usarse y ayudar a la gente", le dice a BBC Mundo Oscar Espino, del Centro de Investigación Intercultural para el Desarrollo.
Rebeldía
El Túmin surgió como un proyecto de investigación en la Universidad Veracruzana Intercontinental (UVI), para ayudar a los habitantes de Espinal, un municipio pobre de 25.000 habitantes de los cuales la mitad son indígenas totonacas.
En esta región el salario mínimo oficial es de unos US$4 al día, e incluso algunos obtienen menos por su trabajo.
Ante la falta de dinero con frecuencia los vecinos intercambian sus productos para sobrevivir, como ocurre en otras comunidades rurales del país.
Los investigadores de la UVI diseñaron entonces un mecanismo que facilitara el trueque, y así surgieron los tumines, una especie de vales intercambiables por mercancía o servicios.
Sin embargo, en la historia de su nacimiento hay un elemento adicional. La moneda comunitaria se puso en circulación a finales de 2010, cuando México festejó el bicentenario de su independencia.
Para muchas comunidades indígenas como las de Espinal, la celebración fue una forma de excluir a las minorías del país.
El Túmin fue, entonces, un instrumento de protesta y por eso en su diseño se incluyeron imágenes de Emiliano Zapata y pinturas de Diego Rivera: dos íconos de la rebeldía mexicana.
Pan y carne
La moneda comunitaria sólo se utiliza entre los 115 miembros de la red de intercambio, quienes recibieron vales por el equivalente a 500 tumines que deben conservar en circulación.
Cada uno de los socios da voluntariamente el valor que desea a la moneda. Todos, a la vez, se comprometen a un esfuerzo solidario que generalmente se traduce en sacrificar las ganancias en pesos, pero recuperarlas en servicios o productos.
Así, un kilo de carne, por ejemplo, cuesta unos 70 pesos en el mercado tradicional, pero dentro de la red se cotiza en 50 pesos y 20 tumines.
El carnicero utiliza los vales de túmin para comprar otra mercancía, como pan, y el panadero a su vez los intercambia por algo más, como harina, azúcar o huevos.
Resultado: los comerciantes y profesionistas venden más productos, y los consumidores compran más barato.
Problemas
Paradójicamente, el túmin reactivó la economía de Espinal, pero también ha causado problemas.
El Banco de México, la institución encargada de regular la política monetaria, acusa a sus creadores de pretender suplantar al peso, la moneda oficial del país .
La Procuraduría (fiscalía) General de la República mantiene una investigación desde hace varios meses, pero los creadores de la moneda comunitaria dicen que no han cometido ningún delito.
"Es un vale de intercambio, no sustituye al peso", afirma Espino. De acuerdo con su interpretación el Código Penal federal no sanciona el uso de vales como moneda de uso corriente para algunas operaciones comerciales entre particulares.
Más aún, el diseño de la moneda comunitaria es distinto a los billetes que circulan en México, no sólo por las imágenes que le acompañan, sino por su valor simbólico.
En todo caso, dice Espino, los vales de túmin son muy distintos al papel moneda oficial que circula en México.
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